Antes de adentrarnos en el tema de la ciclicidad femenina, es importante que tengamos claro qué es la intimidad, pues ésta será la clave para aproximarnos al tema de manera plena y a la vez sana.
Debemos comenzar comprendiendo que todos los seres humanos, por nuestro ser personal, tenemos una dimensión que se abre irrestrictamente, un espacio cuya llave la tenemos cada uno para entrar nosotros mismos y dejar entrar sólo a quienes queremos. Estamos hablando de lo más profundo de nuestro ser, el adentro, donde yo estoy o me habito: mi intimidad.
La intimidad es el centro de cada persona, específicamente podríamos decir que es el punto de encuentro con la verdad y con los demás.** Es donde cabe todo, desde donde vivimos a profundidad cada experiencia y descubrimos la belleza de nuestra esencia y la misión para la cual hemos sido creados.
Si eres mamá, sabes que el tiempo pasa rápido y que los pequeños que has tenido en brazos, poco a poco van creciendo en estatura y madurez. Más aún, si tus hijas son mujeres, notarás que llegada cierta edad van floreciendo de manera maravillosa.
Esto puede causarnos un poco de pena y a la vez cierto temor. ¿Cómo enfrentar a una adolescente en casa? ¿cómo hablarle de la regla y los cambios que empezará a notar en su cuerpo y en su psiquis? ¿Hasta dónde has de compartir y en qué espacios no debes inmiscuirte?
En primer lugar, es importante que te desprendas de tus propios miedos e inseguridades. Es cierto, tu hija ya no es una bebé, pero esto, lejos de entristecerte, debe llenarte de orgullo y alegría. Podrás comenzar a compartir con ella varias actividades y temas acerca de la feminidad y, sobre todo, fortalecerás a través de esto el vínculo Madre- Hija, convirtiéndote en su gran confidente, en la persona a la que siempre puede acudir y en quien podrá contar incondicionalmente.
Si para ti fue misterioso, secreto o raro enfrentarte a tu primera regla (menarquia) o temas en relación a la sexualidad, es normal que proyectes tus temores al tener que enfrentar estos temas con tus hijos. Puede que te sientas insegura o no sepas cuál es el mejor modo de introducir una conversación al respecto. De modo que, lo primero que debes hacer es analizarte a ti misma. pregúntate ¿Me cuesta hablar de temas relacionados con el ciclo femenino? ¿Conozco mi propio ciclo y lo que vivo mes a mes? ¿Hablo con naturalidad acerca de la menstruación o siento vergüenza o temor de llamar a las cosas por su nombre?
Las mujeres no necesitamos un título universitario para poder hablar de temas relacionados a nuestra feminidad y a nuestro ciclo. La experiencia es la mejor maestra y somos nosotras mismas quienes periódicamente experimentamos todo lo relacionado a la menstruación, de modo que nos enfrentamos a algo conocido: nuestra feminidad.
Así que es hora de dejar atrás viejos tabúes y miedos personales. Vamos a hablar de algo que conocemos por experiencia, de un tema que forma parte esencial de nuestra naturaleza y que, además, es uno de los tesoros que guardamos en nuestra intimidad, vamos a hablar de menstruación. Se trata de algo tan bello y tan propio de la feminidad, que lo experimentamos desde todas nuestras dimensiones, pero lo vivimos en profundidad sólo en lo íntimo de nuestro ser. Y como ya dijimos que sólo nosotras tenemos la llave de la propia intimidad y, por lo tanto, somos guardianas de la misma, se trata de un tema que sólo vamos a compartir con las personas más cercanas, las que sean capaces de comprender y amar nuestra dimensión más bella.
La historia es pendular. Constantemente la humanidad se mueve entre los polos de los opuestos. Esto se ve claramente en el rol que ha tenido la mujer a lo largo de los siglos. Hemos pasado de cientos de años de subestimación e injusticias, a una época en la que el feminismo ha distorsionado la imagen femenina, dándole una sobre-importancia que ha hecho mucho daño a la sociedad.
Es así como temas relacionados con la feminidad han pasado de ser un tabú a convertirse en algo que se ventea a los cuatro vientos sin ningún tipo de respeto o pudor, olvidando la importancia de guardar la intimidad y el auto-cuidado.
¿Cómo aproximarnos entonces de una manera sana y adecuada a estos temas? ¿Hay cosas de las que es mejor no hablar? ¿a qué nos referimos al hablar de pudor y respeto?
Debes saber que el bombardeo de información hoy en día es imparable, por lo que puedes estar segura que si tu hija quiere saber algo, está sólo a un click de averiguarlo. De modo que, lo mejor es que tú tomes la iniciativa y te conviertas en su principal fuente de información. Mamá debe ser la persona de confianza con la que se pueda hablar de todo. Y cuando decimos de todo ¡es de todo! No hay nada que ocultar ni esconder, ni tampoco vamos a hablar de nada malo, sucio o impuro. Hablar de menstruación es topar uno de los temas más íntimos y hermosos que compartimos las mujeres, pues se trata de nuestra propia esencia femenina que es cíclica.
Al mismo tiempo, se trata de algo tan personal e íntimo que debe ser abordado con mucho respeto, cariño y pudor. Cuando uno tiene un tesoro, algo de mucho valor, lo pone en un sitio seguro y lo comparte sólo con quien lo puede apreciar. Eso mismo pasa con nuestra intimidad. El pudor que implica la intimidad no se identifica con vergüenza o secreto, sino por el contrario, es el guardián que cuida aquel objeto precioso y nos hace comprender su verdadero valor. No todo el mundo se da cuenta de la importancia de aquello que guardamos en la intimidad, por lo que ese tesoro lo revelaremos sólo a las personas dignas de respetarlo y apreciar nuestra confianza.
Lo más importante es comenzar por generar un vínculo con tu hija. De nada sirve tener una conversación sobre la regla si luego no tiene la confianza de acercarse a ti cuando tenga alguna inquietud, de modo que más que darle vueltas a cómo hablar del tema, es importante que te cuestiones cómo generar un vínculo de confianza y cercanía como madre.
El mejor modo de hablar sobre este tema es con extrema naturalidad. No es conveniente sentarnos frente a ella para un monólogo incómodo en el cuál le llenemos de información la cabeza. Más que qué decir, importa el cómo y el cuándo decirlo. Podemos aprovechar una propaganda de toallas sanitarias en la televisión, pasar por el pasillo donde las venden en el supermercado, o estar a solas con ella en el auto para sacar el tema sin que sea algo forzado o incómodo.
Recuerda que tener referentes genera seguridad, por lo que resulta más conveniente que le dejes entrar a tu intimidad y le cuentes tu modo de vivir la regla, en lugar de darle información abstracta o en tercera persona. Usa palabras y ejemplos que entienda y sobre todas las cosas ¡evita los monólogos! Dale oídos y deja que se interrogue, indague y te pregunte. Y si no lo hace ¡no la obligues! Cada una tiene sus tiempos y si generas la confianza necesaria, cuando se sienta preparada se acercará a ti. No importa si hay cosas que no sabes cómo responder, pues nada debe ser juzgado y, más bien, aquello que no sepas les dará la oportunidad para buscar juntas una respuesta.
Es importante también no darle una sobre-importancia al tema, pues se trata de un proceso totalmente normal y que debe ser tratado con naturalidad en el ambiente familiar, pues la casa es el espacio seguro y adecuado para hacerlo.
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Hay ciertas frases o situaciones que se deben evitar al hablar acerca del ciclo menstrual. Antes de terminar este artículo, queremos compartir contigo aquello que se debe evitar. Se trata de expresiones comunes en nuestro medio que, lejos de ser positivas, distorsionan la concepción que se tiene sobre este tema.
Estoy enferma
Muchas de nosotras nos hemos referido a la menstruación como una enfermedad. Para evitar usar la palabra “menstruación”, en lugar de decir “estoy con la regla”, “estoy en mis días” o cualquier expresión que indique que nos encontramos en la fase menstrual, decimos “estoy enferma”, indicando así que la menstruación es un proceso de enfermedad. ¡Nada más lejano a la realidad! El ciclo menstrual es indicador de salud en una mujer. Tener un ciclo normal indica que todo va bien y, por el contrario una ausencia o anomalía del mismo es lo que realmente debe alertarnos cuando algo va mal en nuestro cuerpo o nuestra psiquis.
“Ya eres una señorita”
La llegada de la menarquia o primera menstruación, no implica que haya que adelantar etapas. Dada la alta exposición que tenemos a sustancias y materiales que elevan los niveles de estrógenos en el cuerpo, cada vez las niñas están menstruando a edades más tempranas. No por eso dejan de ser niñas. Una no se convierte en mujer de la noche a la mañana. Como todo proceso en la vida, esto implica tiempo, vivencias, conocimientos y una madurez que se va alcanzando poco a poco. A pesar de que la llegada de la menarquia marca el inicio de la edad fértil, esto no quiere decir que el cuerpo de una niña esté listo para ser madre. ¡Dejemos a las niñas ser niñas! La llegada de la menstruación no implica que deban dejar de jugar o que pierdan su inocencia o pureza. Sí es un buen momento para hablar de temas concernientes a la sexualidad, pero sin “hiper-sexualizar” ni adelantar momentos y conocimientos que vendrán más adelante en su vida.
“No pasa nada”
Aunque no se trata de dar una mayor importancia al tema de la que realmente tiene, tampoco es cuestión de subestimarlo, pues esto puede llevar a callar o esconder ciertas inquietudes en el proceso. Sí ha pasado algo, pues desde la llegada de la menarquia algo cambia en nuestro ser entero y modo de ver la vida. Empieza una nueva etapa de desarrollo que hay que llevar con naturalidad y sencillez, pero también con responsabilidad. Vivir el ciclo a conciencia es vivir a plenitud nuestra feminidad y tomarlo en serio ayudará a valorarnos a nosotras mismas y descubrir el valor que nos hace únicas e irrepetibles.
El único enemigo a la hora de enfrentar este tema es el propio miedo. Haz un análisis profundo acerca de qué concepción tienes sobre la menstruación, cuales son los prejuicios o tabúes que tienes alrededor del tema y busca información sana, coherente, completa y respetuosa que se convierta en un medio de auto-conocimiento y revalorización de tu propia feminidad.
No olvides que hablar de ciclo femenino no es sólo hablar de menstruación, pues ésta sólo es una de las fases que vivimos a lo largo de todo el mes. Conoce tus propios ritmos, las capacidades que te otorga cada fase del ciclo y cómo sacarle el mejor partido para que repercuta adecuadamente en tu vida familiar, social, profesional e incluso espiritual.
Infórmate sin miedo y pregunta lo que no sepas, pues no es malo no tener todas las respuestas. Comienza por interiorizar en tu propia intimidad tus procesos, para luego compartirlos con tu hija. Y recuerda que todas las sensaciones de mamá se transmiten a los hijos, así que eres tú la primera que debe sentirse segura, confiada y cómoda al abordar el tema de la ciclicidad femenina.